imprescindibles

jueves, 5 de agosto de 2010

1... 2... 3... splash!

Últimamente noto como si tuviera el cerebro atrofiado, atascado, ralentizado…

-Yuna, te has enterado de lo que he dicho?
-eh?

Me hablan y es como si estuviera en otro mundo, empanada perdía vamos.

O tengo las neuronas también de vacaciones, o es que leo menos (y eso se nota), o es que, como me acerco a los 30, la degradación de mi masa gris se está empezando a notar… ains.

Los 30…

Que fuerte ¿no?

Quefuertequefuertequefuerte.


Pues yo no me hago a la idea oye… creo que me atasqué a los 20 y ahí me he quedao.


Sin embargo todo a mi alrededor me indica que así es… que es verdad… que nos hacemos mayores… ains.


Anteayer estaba hablando con mis amigas de qué carrera íbamos a estudiar, de los chicos que conocimos en aquel bar, de la resaca del jueves, de cómo podríamos interceptar las notificaciones de faltas de asistencia (y la de apertura de expediente jeje) antes de que las vieran nuestros padres…


Anteayer estábamos en el baño del instituto y me enseñábais a fumar (a buenas horas, conociendo mi tendencia a la adicción – menos mal que no he probao otras cosas-), nos pasábamos chuletas en clase de historia ( y en clase de mates, y de física, y de lengua…), quedábamos en El Mario a tomar café (un cortado para 5 chicas porque no teníamos más dinero jeje), veíamos a las mamás que se sentaban en la mesa de al lado, que quedaban para marujear después de llevar a los niños al cole y decíamos que nosotras seríamos así de mayores… que seguiríamos quedando en ese mismo bar, en esa misma mesa y despotricaríamos de nuestros maridos e iríamos juntas a la pelu.


Anteayer nos emborrachábamos sin conocimiento y nos ayudábamos a vomitar (eso es amistad jeje), nos prestábamos ropa sabiendo que nunca nos la devolvíamos, me enseñábais a pintarme (para luego yo quitármelo todo), nos podíamos tacones y andábamos como patos.


Anteayer Vero le enseñaba el culo sin querer al hermano de Ainoa cuando este entró de repente al baño porque Vero no sabía cómo se ponía el cerrojo (y éste no se nos volvería a acercar hasta años después, traumatizao), yo me chocaba con las farolas y las señales de tráfico y os reíais de mis chichones, quedábamos en mi casa para fumar porros con mi madre y vosotras flipábais en colores, tocábamos la guitarra y componíamos el remix, Vero y Ana hacían gorgoritos con el agüimbaue y terminaban así con nuestra carrera musical, sacábamos los pies por la ventana y hacíamos bailes para los transeúntes, Ainoa llamaba a Ana: “tia tia tia, me he enterao de un marujeo pero me han dicho que no se lo puedes contar a nadie” – y Ana le respondía – Ainoa, ya lo sabía, te lo conté yo y fui yo la que te dije que no se lo podías contar a nadie…


Anteayer llorábamos juntas porque nos habían dejado y decíamos “qué cabrón”, llorábamos juntas porque íbamos a dejarle y decíamos “qué cabrón”, anteayer soñábamos con quién sería el hombre de nuestra vida… qué seguras estábamos (y cuan equivocadas)…


Hace casi 15 años de todo eso… y ayer me desperté.

Qué flash…


Ayer estábamos en un bar mucho menos cutre que antaño, con un cubata en lugar del litro, completamente sobrias porque ya no aguantamos tanto y porque al día siguiente teníais que trabajar (yo estoy de vacaciones), Ainoa, la eterna soltera de oro estaba contando que se compra piso con su novio, Vero y Alberto comentaban lo bien que estaban en su nueva casa y por fin viviendo juntos, Enara se ha ido a vivir a Cádiz con su nuevo novio, Diana dejó al novio de toda toda toda la vida y ahora va de mujer fatal (quien la ha visto y quien la ve), Maria viento en popa con su carrera sindical, Ana y Jesús atacados con las obras del piso y… se van a casar…. Se casa la primera de nosotras.


Buf.


Ayer me encontré hablando de bodas, de hijos, de pisos… y sentí un mareo.


Es verdad… el tiempo pasa y nos hacemos mayores.


Dicen que cuando vas a morir toda tu vida pasa, fugaz, por delante de tus ojos… Espero no morir de verdad porque adoro la vida y todavía tengo mucho que hacer jeje… pero una parte de mí puede que muriera ayer… la echaré de menos.


En mi nueva vida echaré de menos a algunas personas importantes que pasaron por mi vida en esa decena. Al recordar duele ver que ya no están… siempre dolerá, supongo.


Me siento al borde de un precipicio. Observo en silencio el vacío. Muchos se han lanzado ya delante de mí. Les observo y veo que son felices y que han elegido bien. Me miran extrañados y me gritan ¡pero tírate!¿a qué esperas?...


Me tiemblan las piernas… siento miedo y doy un paso atrás. Les miro y les digo… es que eso es para vosotros, no para mí. Nuca he sentido que pudiera ser para mí… nunca creí que pudiera ser para mí….

Yo me estrellaré contra las rocas, yo no sé nadar, ¿por qué tengo que saltar? ¿Por qué lo hacen todos?, yo no estoy preparada, necesito más tiempo, yo todavía soy joven, yo no lo veo claro… yo… estoy muerta de miedo.


Conozco ese precipicio, lo he visto un par de veces antes y siempre he encontrado buenas excusas para no saltar… lo he deseado intensamente en ciertos momentos pero nunca he estado “preparada” o bien he sabido amañármelas para dar un paso atrás y convencerme (y convencer) de que no debía tirarme… no sé si fue decisión acertada o no… pero sí que sé que es cierto que no era el momento… corroborado.

¿Lo es ahora?

¿Y si me lanzo?

¿Me estrellaré y acabaré con el cuerpo aplastado contra el fondo y la cara hecha un cuadro?


Lo que me da miedo no es estrellar mi cuerpo, el cuerpo sana.


Me da miedo estrellar mi corazón… el corazón sana peor…. O nunca lo hace.


Creo que es eso.


Pero ¿es mi corazón el que se ha ido rompiendo precisamente por miedo a romperse?


Si continuas haciendo lo de siempre seguirás obteniendo lo de siempre… eso dicen…


Puede que sea hora de saltar… a la de una… a la de dos…



PD. Chicas, esperadme abajo por si me ostio jeje…
PD. Que mística estoy últimamente por dió.